martes, 22 de mayo de 2007

DE TIEMPOS GENTE Y AÑOS MUERTOS - Por: Martha Estrada de Santiago

DE TIEMPOS GENTE Y AÑOS MUERTOS.

Por: Martha Estrada de Santiago


Uno, dos, tres por Elba que está en el marco de la casa de Teté!

Uno, dos, tres por Luis que está atrás de su Mamá!

Uno, dos, tres por Pepe que está tras del poste!

...Y uno, dos, tres por todos mis amigos!!!

... Cuando se es niño, se piensa que todo el mundo es como el nuestro, que en todos los lugares hay un tren que va a Laredo, y otro que va a México, que cada pueblo tiene diez mil habitantes y que a todos los diez mil habitantes de cada pueblo se les hace tarde toda la vida “por que se atraviesa el tren”.

Se cree que en cada esquina hay una Doña Bartola y un viejito que vende dulces y cuenta historias y que todas la parejas de viejitos se dan la mano, y se apenan si uno los sorprende. cree que en todos los sitios basta con asomar la cabeza y ver hacia el cerro para saber si va a llover, cree que si se dice “champujon” todo el mundo debe entender que los champujones son los hijos que tienen las ranas.

También cree que en cada rincón del mundo se estira la mano y se toca el campo en tercera dimensión. También piensa que cuando llueve, lo mas normal es que corra un río en la puerta de las casas y que los barcos que ahí se ponen van a dar al mar.

Cuando se es niños se piensa que Tonina, la que hace muñecas de trapo, nunca se va a morir, y que sus muñecas no van a sonreír siempre, también Doña Petrita y Don Domingo, quienes festejaron setenta y cinco años de casados, y además, el árbol de moras que hay en su casa es algo así como eterno, y nunca dejara de teñir de morado el piso y nuestra infancia, que su perico piensa como persona porque me dice güero si trigo pantalones, y güera si traigo falda, y que la Señorita Luz nació llamándose Señorita Luz.

Se piensa que Nati siempre ha estado ahí y que seguirá estando, Nati, aquel que a veces daba miedo, y a veces daba gusto verlo tan elegante, aquel que dieciocho veces fue a alcohólicos anónimos y dieciocho veces volvió a beber, el mismo que en días trabajaba y en años no. era la misma persona que saludaba; Buenos días Carmelita! Como esta Usted, que la pase muy bien... Y después de un rato se le oía decir; Yo soy el profesor Zobek, y soy su padre, hijos de la..!!!.

También se cree que todos los señores son ferrocarrileros, y que cobran el día nueve y el día veinticuatro, que el Héroe de Nacozari, es el nombre de una escuela, hasta que alguien cuenta la triste historia de un hombre que, por salvar a su pueblo perdió la vida al llevarse lejos un tren a punto de explotar, y entonces se aprende a oír con mas respeto el nombre de un hombre, que es mucho mas que el nombre de una escuela.

... Y al ver la estación del ferrocarril, se cree que los murciélagos que ahí viven, son ratones que se hacen viejos y se van a vivir felices ahí, donde es como una casa de retiro para ratones, y que salen por las noches a saludar a sus amigos y a chocar con los postes y a burlarse de los niños que se agachan cuando vuelan sobre sus cabezas, y después regresan y se cuentan sus aventuras mientras la luz de un faro de ferrocarril carril les ilumina las ventanas y los recuerdos.

Cuando se es niño se viven convencido de que los judíos son muy malos porque mataron a nuestro señor, y no se cansa cada año de ver la representación de la pasión de Cristo y no entiende cuando le dicen que así tenía que ser, y cuando vemos pasar cada año a todos esos señores golpeándolo y burlándose de él, piensa que vestidos tan feos, pero no se cansa de ver lo mismo una y otra vez. Cuando ve pasar al señor Corazón Santo. (Nunca he sabido porque{e le dicen Corazón Santo. cuando he preguntado, me han contestado, “no se, ha de ser por buena gente”) organizado y vestido de Anás (¿ o era Caifás?).

Se cree que nació para eso y que su vida únicamente consta de la representación de la pasión de Cristo. Se cree que él nació solo para hacernos pensar, reflexionar, y portarnos bien unos cuantos días, para comer charamuscas y colgarnos hilitos de colores, aunque no sepamos lo que significan... Y quedarnos callados cuando a las tres de la tarde se oye decir, “...Todo se ha consumado, en tus manos encomiendo mi espíritu...”.

Cuando uno crece, eso conmueve, pero cuando se es niño, realmente impresiona, y regresa del cerro caminando y pensando, platicando que si hubiéramos vivido en esos tiempos hubiéramos defendido a nuestro señor de esos judíos de feos vestidos y que no supieron ver que El era Dios. Tal vez los judíos no supieron que era dios, por que no tenían un Corazón Santo que los hiciera pensar .... O una abuela que les pusiera a rezar por las noches, antes de dormir.

También, cuando se es niño, se piensa que las abuelas son eternas, y hay que ir a verlas diario, y que Dios las puso ahí para que nos defiendan y digan así son los niños, y para que nos cuenten como era la vida cuando ellas eran niñas, y para asombrarnos con las cosas que se podían comprar entonces con un centavo, se cree que las abuelitas están para decirles como nuestra lengua nos lo permita y acabemos diciéndoles Boitas, Bolitas ó Mamá algo, y para chismearles cuando alguien nos hace algo, también están para reclamarle a la dueña del perro que nos muerde, y la Mamá del niño que nos dice groserías...y para hacer el mejor arroz que en la vida probaremos.

Las abuelas también están para darnos de comer como para no volver a comer en quince días, por aquello de los niños de África, y para presumirnos cuando no las oímos...y regañarnos cuando si las oímos. Y para organizar a una familia de cincuenta personas, cuando lo tiene que hacer, sin que alguien les diga un pero siquiera... Y en el caso de la mía para tolerar a cada personaje que llegaba a tocar a su puerta, como Don Lupe, que cada vez que tomaba, le iba a llorar a mi abuelo en la ventana en su casa, y a recordar lo mucho que lo quería y a preguntarle por que te fuiste, mientras mi abuela fingía demencia y soportaba estoica las impertinencias de tan sentimental señor.

O como Nievitas, que llegaba casualmente como a las dos de la tarde, y chismeaba, reía, y decía me duele aquí, me duele acá, y tengo dolores eléctricos, pero figúrese Carmelita...y así, hasta las nueve de la noche, que le pegaba la prisa, por que tenía que hacer no sé qué, y mañana el honor seria para otra persona... No supe de que murió, pero me cayo de sorpresa, porque la gente como Nievitas no se muere. Le pican arañas, y se cae de las banquetas, y se va en los trenes, y dice me duele aquí, me duele acá, no se mueren.

... Y Cundo es del mismo bando, Cundo, el sepulturero, si es eterno, alguien que exhuma cadáveres y limpia huesitos humanos como si fueran de pollo, sin mas protección que un pañuelo más contaminado que los mismos huesos y después se esteriliza con una frotada de alcohol en las manos, para después saborear su almuerzo, no puede morirse ya de nada... Y saludaba, y se secaba el sudor con su mismo pañuelo, y platicaba a través de sus centímetros de mugre y años, contaba cosas que ponían los pelos de punta. De qué se puede morir Cundo?... No he sabido que se haya muerto... Y prometo no averiguarlo, no vaya a ser el diablo... O Dios, tal vez se lo jueguen en un volado. Y llorarían sus veinticinco hijos.. y todos los muertos que los conocieron... O tal vez hagan una fiesta llegando allá...

Cuando se es niño se ve a estos personajes con una curiosidad y con una atención infinita, y son estos los que se quedan grabados en la memoria, para hacer su hogar ahí para siempre. Cuando se es niño, se piensa que eso será siempre, y que la vida es así... O al menos eso creía yo. Y desgraciadamente todo pasa, ni Nati, ni Doña Petrita, ni Don Domingo, ni Nievitas están ya... Tampoco está la niñez... Y tampoco está mi abuela.

Y cuando uno crece, y ve muchas más cosas, como que va perdiendo los valores sencillos y empieza a pensar más en el futuro que en el presente, y mas en las cosas que en las personas, y mas en el exterior que en el interior, y llega un momento en que, sin querer, una renuncia las raíces y trata de ser del mundo, y de las cosas... Simplemente olvida.

Y se dedica mas a ver que a observar, más a calcular que a percibir, y más a pensar que a sentir. Se va formando un mundo más físico y con números y letras, y se olvidan las sensaciones y los olores... Y el corazón lo dejamos un poco abandonado, como que se va enmoheciendo, se oxida y se entumece.

Eso pasa hasta que nos damos cuenta de que la vida es circular y que en una de esas vueltas del circulo, volvemos a alcanzar los olores, y las texturas, y nos damos cuenta de que son las personas y no las cosas las que hacen la esencia de los pueblos y de los países... Y que las cosas pequeñas son las que nos hacen grandes, y que al recordar agradecemos y al agradecer eternizamos... Y sobre todo, nos damos cuenta de que no se necesita tener ochenta años para recordar con nostalgia, y llorar por los tiempos, la gente y los años muertos.


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