B A S A S E A C H I
Por: Blanca J. Hernández Bernal
Como un homenaje póstumo al señor Rubén Acosta Salas, compañero y amigo, con quien compartimos tantas tardes amenizadas de cuentos, poesías y novelas; cada uno con su forma y estilo en el Taller Umbela.
Dedico este poema alusivo a su tierra, Chihuahua, que también es la mía. (de ahí el epíteto cariñoso de: “paisano”)
Bajando en el silencio
de la sierra tupida,
candameña; te vuelves
caudal en mis recuerdos.
Vigoroso, tu fluido
de ondas cristalinas
conviertes en seda
de plata revestida.
Desgastando peñascos,
tu gotas aparentan
ser frágiles saetas
trocándose en rocío.
Infatigable empujas
las rocosas veredas,
dejando en en el intento
diamantinas lagunas.
Lloras al Tarahumara;
silenciosa, rebelde,
sorbiendo su tristeza
y velando su sueño.
Consuelas los maderos
talados de tus bosques
que cansados esperan
e indefensos se mueren.
Lastimero es tu canto;
reprimida protesta
que los ecos repiten
y el viento se los lleva.
Sigue fluyendo, sigue
agresiva cascada;
mostrándote impetuosa
invensible potente.
Igual al fiel Raramuri
de alma indoblegable
que habita esas regiones
y no le asusta el hambre.
Arraigadas costumbres,
tradición de profetas,
atlantes milenarios,
espíritus de hierro.
Bañados con la espuma
fragante de tus aguas
purifican sus ritos
profundos, ancestrales.
Violines cuyas notas
transformas en cristales;
nos cantas sierra madre
hermosos madrigales.
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